Qué buen nombre le puso Sònia: Parèntesi. En realidad, nunca supimos si había sido buena idea o si por el contrario, nos habíamos metido dónde no nos llamaban. Han pasado 3 días y aun no lo sé.
Lidiar una vez más con determinadas personas que pululan por algunas instituciones de Barcelona no ha sido fácil. Nunca lo es. Resulta curioso que en las zonas visibles de Cultura en el Ajuntament haya gente dispuesta a hacer las cosas bien (sin queja con ellos), y tomando decisiones interesantes para cambiar las cosas, y entre medias sigas encontrando a gente dispuesta a poner trabas, que no tiene ni puta idea de lo que significa montar un festival y que falte el respeto de manera sistemática a quienes intentamos luchar por una cultura autogestionada y alejada de la visión capitalista de otros festivales.
Por esa gente (ellas/os ya saben quién son) abandonaremos la ciudad de Barcelona para el AMFest 2022. Irse de tu ciudad es un sentimiento contradictorio. Imagino que os ha pasado a muchos estos últimos años, la política de alquileres y los ricos intentando ser más ricos cada vez, han expulsado de nuestra ciudad a muchas amigas/os y nadie ha hecho nada por remediarlo. Cuándo se han decidido a actuar, ya es muy tarde.
Muy curioso lo bonita que estaba Barcelona en plena pandemia, vacía y solitaria y sin un puto turista, cuya masiva presencia es hoy, octubre de 2021, otra vez excesiva y totalmente desproporcionada, convirtiendo de nuevo la ciudad en un parque de atracciones del que sus ciudadanos son los únicos que no participan de la fiesta.
El paréntesis salió bien y volvió a demostrar que tenemos un equipo unido y con ganas de mirar al futuro. Con altos y bajos, con momentos complicados y otros de celebración, la rueda no dejó de girar y superamos todos los obstáculos habidos y por haber. Me quedo con la imagen de todas recogiendo los vasos el sábado, cuándo no nos tocaba. Hay ganas de dejar constancia del buen hacer, siempre.
2022 empieza mañana, aunque ya empezó hace unos días. Recibimiento monumental, camisetas de Turbonegro, ganas de acogernos, miradas puestas en un futuro en común. No quiero ilusionarme, pero sé que tenemos el mejor festival posible y quiero que sea en el mejor sitio posible. Un lugar vacío, diáfano y hasta con mal sonido, en el que podamos edificar y crear algo único en Europa. Del sonido ya se encargarán los que saben, no será la primera vez.
Dios, estoy ilusionado.