En octubre, mi vida volverá a cambiar. Y es que a pesar de que me había autoprometido que nunca más estudiaría en mi vida, debo romper esa promesa por algo que me hace tremenda ilusión. Ya diré el qué, ahora tampoco tiene importancia.
A veces nos pensamos que llegar a los 30 significa que todo debe de estar hecho y no hay lugar para nuevas emociones, y es mentira. Hoy estoy a tan sólo 1 mes de esa barrera, y en vez de tenerlo todo finiquitado, no hago más que ver nuevos y excitantes proyectos en el horizonte. Y lo mejor es que tengo ganas para afrontarlos, aunque eso signifique tener que dejar atrás otras cosas que también me gustan… pero lo que he aprendido en estos años es que el día tiene 24 horas y no puedo clonarme, así que toca decidir, y yo para el año que viene ya he decidido.