
La semana antes del confinamiento no pude ir a Piera. Faltaba poco, muy poco para que el cerezo se pusiera en flor, ese espectáculo de la naturaleza que sucede una vez al año y que me remueve por dentro como pocas cosas hacen.
Antes de que nos obligasen a estar en casa tuve dudes de si ir o no. Pero no fui.
Este año, el cerezo floreció y no pude estar allí para verlo. Ojalá a finales de mayo seamos algo más libres y poder recoger la cosecha. También espero que el pulgón respete a mi árbol favorito. El año pasado, aunque a 28 de marzo lucía tan bonito como en la foto, pasó una de sus peores plagas y nuestra cosecha se echó a perder.
Ay.

9 conciertos, 9 ciudades (Zaragoza, Madrid, Burgos, Oviedo, Gasteiz, Ordizia, Gernika, Córdoba y Sevilla), más de 50h en coche, muchos discos reescuchados, muchos artistas descubiertos, muchas conversaciones interesantes, muchas chapas, muchos cafés dudosos, muchos amigos que no veía hace tiempo, muchos sofás, muchos bocadillos de autopista, mucho azúcar, muchos buenos conciertos, mucha mejora, mucho margen aún, muchas ideas, muchas propuestas, … Y aún queda mucho. Gracias Marina.
Quiero más.
Cada vez intento hacer puzzles más grandes. Es una evidencia, si hace 5 años no pasaban de divertimentos de esos que no llegan a 100 piezas, hoy en día he afrontado verdaderas obras de arte, de esas de 1000 en adelante, de tamaños que tiempo atrás sonaban a imposible.
Pero siempre, cuando estoy cerca de acabarlos, aparece algo que desordena las piezas. Me rompen lo hecho y me obligan a volver a empezar. Es un momento extraño en el que lo habitual es cabrearse, llorar por el trabajo perdido, y echar las culpas en ese algo o ese alguien que ha decidido que tengas que volver a empezar.
Yo prefiero asumir el reto. Si no he podido acabar este, lo haré con otros. Algún puzzle debo acabar antes que el destino siga jugando con mis ilusiones.
Y sino, que quede el recuerdo de lo mucho y bueno que fue jugar a construir algo. Porque quizá toca asumir que soy un simple constructor de puzzles que después otros verán colgados en sus paredes. Y eso, en realidad, me gusta.
Otra sala de espera. Una más en demasiado poco tiempo.
Hoy la mala y la buena suerte se habían citado a la misma hora. Combate a cara de perro. Un grito alertó del peligro, un brazo salvó del impacto y la buena suerte dejó el lugar con una sonrisa propia de las vencedoras.
Me alegro de su victoria, aunque el drama haya estado cerca.
Entre el 1 y el 2 de mayo de 2013, Núria y yo cumplimos 15 años.
Un motivo de celebración bastante enorme en los tiempos que corren.
Decenas (cientos?) de Mossos de Esquadra para controlar una manifestación de apenas un centenar de personas. Desconozco si era en protesta por el desalojo del Casal Jove del barrio hace unas semanas, se dice que era una protesta contra el sistema capitalista. Subo la foto en blanco y negro. Creo que así se acerca más a su espíritu original.
Kilómetros y kilómetros de gira con estos 5 amigos llamados Toundra.
En la anterior gira europea, salieron buenas fotos pero no estaba Victor. Ahora ya sí. Me encanta porque plasma un buen momento para todos.