Siempre pensé que Lisabö habían muerto, como había muerto mi padre, como había muerto mi ilusión por la música, como mueren tantas cosas que nunca más volvemos a ver pero seguimos sabiendo que están ahí.
El 30 de noviembre, por la mañana, temprano, Txap me dijo que había nuevo disco de Lisabö. Nos hemos acostumbrado a recibir las malas noticias a bocajarro pero a ratos la vida juega con sus ritmos y se hace la buena. Pensé en ellos y no pensé en nosotros. Pensé en amigos como Alfred Alegre o Jordi Castells que, como yo, les dieron la turra durante años para volver y pasar por nuestros humildes eventos a intentar convencer al mundo de que la verdad, la pasión, la crudeza, las vísceras y el corazón es lo que nos mueve.
Este concierto cerrará el AMFest 2019 y, quién sabe, ese quizá será el momento en el que nuestro proyecto más importante también se muera. Porque es el ciclo de la vida y porque sabemos que estamos en el lugar equivocado, remando a contracorriente y la marea sigue subiendo.
Si hay que decir adiós, lo haremos con ellos. Visto lo visto, conocen un buen lugar dónde reposar y volver cuándo creamos conveniente. Quizá, quién sabe, en ese lugar encuentro a quién más echo de menos cuándo las noticias son tan bonitas como hoy.
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