El posible futuro presidente del Gobierno me ha caído siempre bien. Me parecía un tipo cercano y lo suficientemente inteligente para diseñar una campaña política meteórica que lo ha llevado dónde está. Hasta aquí, muy bien.
Desde hace unos meses, Pablo Iglesias ha dejado de ser Pablo Iglesias. Imagino que la entrada en juego de asesores de imagen tendrá mucho que ver. En su aparición ayer en «La Sexta Noche», Pablo Iglesias se convirtió, para su desgracia, en uno más. En otro político que no contesta. Que mira hacia otro lado. Que defiende a un compañero éticamente reprobable. Y lo peor es que lo hacía en un tono fuera de lugar. Los «Pantuflos«, las subidas de volumen, el repetir una y otra vez ideas que llevas de casa («Kennedy«, «Manolete«, «Monedero es un filántropo»)…
Si Podemos quiere ganar las elecciones, debe tratar a parte del electorado como gente inteligente. Todos sabemos que, ahora mismo, su única fuerza política es que este país necesita un cambio de cromos. Pero este país, además de cambiar los cromos quiere cambiar el álbum. Y ayer Pablo Iglesias demostró que las cosas ya no iban por ahí. El cambio de ideales desde mayo 2014 hasta ahora (no sé bien quién les estará aconsejando en ese terreno) les ha hecho perder terreno y estoy seguro que votantes. Y no hablo de Venezuelas, Iranes, etc… Ayer quedó claro que Juan Carlos Monedero tiene mucha pasta. Se habla de 1 millón de euros, y nadie lo niega. La historia que se nos vendió hablaba de personas normales. Las personas normales nunca tendremos un millón de euros.
Ayer Podemos comenzó a perder las elecciones. Tienen margen de maniobra, pero cada vez menos. Lo mismo al siguiente error, la historia se desmonta definitivamente. Y será una pena.
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Demosles una oportunidad, quizá sean lo suficientemente responsables para dirigir este país, y si no ganan al menos tocaran la moral a los que nos gobiernen y ayudarán a destapar sus verguenzas. Por algo se empieza… Un saludo