El sábado organizo en casa la 2ª edición del Dark Side of Aloud. Sólo repite una banda de la edición anterior, Santa Rita, y se le unen Ainara LeGardon, Astralia y Our Next Movement. Creo que demostramos, con eso, que el sello está en movimiento. La cita vuelve a ser en La [2], aunque esta vez sólo 1 día. Hacer 2 días elevaría los gastos hasta limites insospechados.
Llevo días pensando en si la gente sabe cuales son esos límites. En si la gente, el público, sabe como funciona lo de montar conciertos. Desconozco si contarlo hace que todo pierda glamour, si hará que la gente reaccione (como me gustaría) de manera positiva y comience a ir a más conciertos, si la gente realmente se ha planteado qué hay detrás de un bolo o una gira y por último, si a la gente le importa o se la suda por completo. Que es por dónde creo que van los tiros.
El caso es que estamos a miércoles y llevamos 33 entradas anticipadas vendidas. A 10 euros. De esos 330 euros que cuentas, debo quitarle el 21% de IVA, que es algo que la gente no sé si es consciente, y el 10% de SGAE. Echa cuentas. Nosotros hemos decidido hacerlo en una sala que conlleva un alquiler (y eso lo asumimos, también así ofrecemos al público una calidad de sonido a la altura), y es evidente que, por filosofía, queremos pagar a las bandas como mínimo sus gastos. Y las cenas. Que venir a tocar a un concierto nuestro no les suponga ninguna pérdida, y si pudiera ser, que ganasen algo de dinero. Como músicos, porque entre otras cosas, también es su trabajo.
Hasta que no lleguemos a los 1500€ de recaudación (más o menos), no llegaremos a cubrir esos mínimos. Eso representa vender unas 150 entradas o así. Algo que se me antoja imposible. Igual que hace unos años los conciertos entre 100 y 200 personas eran abundantes, últimamente lo habitual es firmar 50, 60 o 70 personas como máximo. Entrar en analizar los porqués puede ser dramático y creo que me haría dejar el mundillo. Está claro que no hay renovación de público, la falta de gente joven sigue siendo alarmante, pero principalmente el problema que veo es que mi generación se ha cansado de ir a conciertos. Hijos, problemas laborales, etc… Hay mil ejemplos que hacen que los que sostenían los conciertos ya no vengan. Seguramente uno de ellos es que ya no creen que el cambio es posible en este país. Y eso desilusiona.
Volví de giras con ideas en la cabeza. A pesar de que el ritmo de vida me come y que mi salud sigue haciendo el tonto, decidí que no me iba a quedar en casa esperando a que las cosas llegaran por si solas. No puedo quejarme de que no vengas a mis conciertos si yo no voy a los de los demás. Igual que en otros niveles, por ejemplo el de comprar cd´s, vinilos, o incluso descargas, o apoyar crowdfundings, o cualquier otra cosa que pueda hacer sentado en mi oficina, estoy contento porque estoy activo, a la hora de moverme creo que dejo mucho que desear. Y hay que predicar con el ejemplo.
El pasado domingo, viendo a Shield Your Eyes en el Espai Jove de Roquetes, sólo, me di cuenta de que mi alrededor está igual de parado que lo estaba yo antes de la gira. ¿Cómo es posible que NADIE de mi sello estuviera en ese concierto? Costaba 5€ y seguramente es una de las bandas más interesantes que hay hoy en día. Con un guitarra descomunal. Que encima nos acogió en Londres la última vez allí con IEPI.
Desconozco qué he de hacer, si intentar animar a todo el mundo a que levanten el culo del sofá para citas como ésta (o cómo la del sábado), o simplemente dejar que cada uno haga su vida y ver como, poquito a poco, todos nos vamos hundiendo. Yo el primero. El sábado, si todos los alouders vinieran, si todas sus parejas vinieran, si algunos de sus colegas vinieran… ni que fuera pagando 5€, el precio que hago a los amigos, nos juntaríamos allí mínimo 30-35 personas como base. A eso le añadimos los que vengan extras y, mal que menos, ya tendríamos el día cubierto.
¿Pasará? Lo dudo. Yo me quedo pensando, que últimamente es lo único que sé hacer.
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