Acaban las vacaciones y me molaría volver a la rutina de escribir este blog. Aunque no sé si es lo que quiero o no… las opciones de que pasase algo grande se desvanecieron por problemas tecnológicos, así que toca seguir por aquí.
Amsterdam moló. Fueron día y medio en los cuales visitamos el museo Van Gogh de nuevo y vimos por fin «La noche estrellada», un cuadro mítico que teníamos pendiente. También volvimos a la casa de Anna Frank, paseamos en bici de agua con una lluvia brutal por los canales de la ciudad, y sobretodo, comimos y cenamos de lujo. Los pancakes de la mañana del miércoles y la cena de esa misma noche, con entrecot y vino muy caro, pasarán a la historia.

En Londres, al principio mucho agobio y después muy bien. Es una ciudad austera y sin mucho encanto turístico más que el comprar cuántas más cosas mejor. Núria se trajo algo de ropa y yo algún vinilo que otro. Exactamente, 11 singles de Queen en 7″ y algo de Joy Division o CCR. Me contuve, la verdad. Eso no quita para que también me trajera una versión early pressing del «Queen II», la nueva joya de mi corona.
Allí estuvimos viviendo en casa de Juan, nos trataron muy bien nuestros anfitriones, y sobretodo sentimos que nuestro futuro pasa por intentar hacer más cosas fuera. Es fácil, no es caro y desde luego, tenemos las aptitudes para hacerlo. Europa es ya, definitivamente, nuestro próximo objetivo.
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