Adelanto que la historia acaba bien, para evitar sufrimientos 🙂
Esta mañana he perdido a Cálico. Ya saben, el gato que vino hace un año, con el ojito malito por un virus de nacimiento, y un travieso en toda regla.
Todo ha empezado cuando los señores que traian el sofá nuevo (el viejo ya tenía muchos años y además me daba asma) han picado a la puerta. He abierto, y la he dejado abierta. He cojido a Smelly para guardarla en la habitación, y en cambio a Cálico no lo he visto. He comenzado a buscarle por todos los sitios dónde se esconde, y nada…
He preguntado a los chicos del sofá, si lo habían visto bajar (él nunca baja las escaleras), pero tampoco. Y he mirado si la puerta del terrao estaba abierta, y tampoco… El caso es que los chicos del sofá se han ido, he ido por toda la casa, abriendo armarios, puertas, … chillándole y esperando su maullidito de siempre, pero el tío no contestaba. Desesperado, he llamado a Núria, que se ha venido del trabajo. Entre tanto, he bajado a la calle, buscando por las tiendas y por toda la manzana, he subido al tejado de la casa dónde casi me mato (hay una altura de unos 20m), pero me daba igual… también he bajado al entresuelo, he saltado al patio y me he dejado el hombro en un mal gesto, pero me daba igual…
El caso es que Cálico se había ido. Barajaba 3 opciones: o había saltado por una ventana, cosa semiimposible porque están tapadas con rejas, o había salido por una ventana que hay en el terrao, pero necesitaba saltar mucho y él no salta tanto, o simplemente, había bajado las escaleras y aprovechando que los del sofá tenían la puerta de abajo abierta, había salido (pero tb era complicado, porque Cálico nunca baja).
Desesperación total, lágrimas, rabia, impotencia… ha llegado Núria del curro, ha buscado por toda la casa, y nada. Y cuándo comenzábamos a hacer los carteles para pegarlos por todo el barrio y salir a buscarlo (ya estábamos llamando a los colegas), de repente, Núria ha mirado (no sabe porqué) detrás de un mueble dónde hay empotrada la mesa de mezclas y que es completamente imposible de ver… pero hay un huequito, dónde efectivamente, cabía Cálico… y allí estaba. Cuando Núria me ha dicho que estaba allí, he estallado y todo el ataque de nervios que tenía ha salido por todos lados… me lo hubiera comido. Él estaba asustado, porque el pobre no sabía salir de allí, y realmente, era impensable que pudiera estar allí. Yo había mirado detrás del mueble, por los lados y entre medio, pero claro, estaba en el punto justo dónde nuestros ojos no llegaban…
Tras 1 hora terrible, que no olvidaré en la vida, cuándo ha aparecido ha sido como un regalo caido del cielo. Los que tienen gatos (o perros o cualquier animal) saben lo que se les quiere. Y perder a Cálico hubiera sido algo dificil de superar.
Dios, menos mal…
3 Comments
Eres grande, amigo. Y eso que sabes bien que no me gustan nada los gatos. Aunque este Cálico en foto no está mal. He dicho en foto.
a mi se me escapó hace tiempo Agustina,mi ardilla coreana,por la cocina mientras la limpiaba.Aún sudo al recordar como me las ingenié para pillarla…Los gatos son muy jodidos,a veces en época de celo desaparen varios dias sin dejar huella y cuando ya los das por desparecidos o que les ha ocurrido algo,vuelvan tan anchos y tan panchos.
perder a una mascota es como perder a alguien de la familia, nunca se olvida… desgraciadamente mis suegros perdieron el pasado fin de semana a un gatito que habian recogido y que solo tenia un par de meses… lo atropello una moto o una bici y quedo muy malherido, asi que el veterinario les recomendo que lo sacrificaran… la verdad es que ha sido un palo para ellos… me alegro de que vuestra historia haya terminado mejor!