Ayer Núria y yo vivimos una historia curiosa, que pone de manifiesto que somos buenas personas, pero también un poquito tontainas.
Salimos del parking a eso de las 23:15h, más o menos, y cuando estábamos cerca de casa, vimos un gato que deambulaba sólo. Parecía desorientado, e intuimos que se había escapado. El gato era precioso, marrón y blanco (eso me lo dijo Núria, ya sabeis que yo soy daltónico), y no había forma de cojerlo.
Comenzó a cruzar carreteras, y Núria y yo comenzamos a ‘perseguirlo’, para que no lo atropellaran. Todo esto, subiendo calles por Torrent de L´Olla, pero subiendo a saco, como 7 u 8 calles para arriba 🙂
Se metió debajo de un coche, y aprovechando que llevábamos comida que me había dado mi madre (una ensalada que llevaba atún!), sacamos el atún y le comenzamos a tirar. El gato comía con miedo, pero era imposible de pillar. De hecho, una vez le toqué, pero pegó un bote del susto flipante.
El caso es que lo sacamos de debajo del coche, seguimos subiendo más calles, luego giramos a la derecha, luego a la izquierda… y acabamos en una calle (Topazi) dónde, de repente, se nos cruzó un gato negro y se quedó con él.
Nuestro pensamiento fue: «Bueno, ya tiene un amiguito». Y viendo que llevábamos media hora con el gato, y no había forma de atraparlo, nos fuimos a casa, pensando en la persona que lo habría perdido (estaba muy limpio y bien cuidado, se había escapado fijo) y en lo que queremos a nuestra Smelly.
Y eso, fue llegar a casa, y un poco más y nos comemos a bocados a nuestra bolita con pelos.
Y nada, esa fue la historia de ayer con los gatos. Es que nadie se puede imaginar lo que nos aporta la Smelly. Nos ha cambiado la vida (y nosotros a ella, supongo), y es una suerte tenerla con nosotros. Parece mentira el amor que puede dar y recibir un animal como ella…
3 Comments
Yo me lo imagino. Me pasa lo mismo con mi perro.
Durante mi infancia tuve tres gatas. Eran increíbles… me moría de risa con ellas. Siempre pensé que cuando me comprase mi «pisillo» tendría un gatito, pero lamentablemente Fani es alérgica a los gatos y nos es imposible tenerlo. Siempre me quedarán los gatitos de los amigos/as.
YO TUVE UN GATO CUANDO ERA PEQUEÑO, SE LLAMABA «SABATER».
PQ VINO EN UNA CAJA DE ZAPATOS.