Acabo de releer un borrador dónde cito la palabra maldita que tanto me ronda la cabeza últimamente, y eso que no es la única. Curioso, era julio de 2021 y ya estábamos así.
2022 ha sido extremadamente raro. Cuándo salíamos de la pandemia y recuperábamos el aliento, «la llamada» nos devolvió a un lugar al que ya no pensábamos ir. Y fuimos y le pusimos todo el corazón y las fuerzas como si fuera la primera vez, aun sabiendo que no era así.
Esos 4 meses dominicanos marcaron todo a fuego. Seguramente aun andamos sanando. En la vida deberíamos tener más tiempo para sanar, pero la vida es imparable. Con el puzle patas arriba toca volver a ordenar desde cero. Todos hemos salido marcados de este 2022, no se salva nadie.
Sólo recuerdo que a la vuelta me agarré como un clavo ardiendo a ese AMFest que siempre estuvo ahí para mantenerme vivo. Y esta vez me quemé. Supongo que un día de estos explicaré el estado de las quemaduras y si hay opciones de curación. Creo que me hace falta.
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