Me levanté a las 9.30am, mi amigo Richard S. Jones dormía en la habitación de al lado y pusimos un disco de los Queens of the Stone Age. Un día de rock tenía que empezar bien.
Desayuno de lujo y camino al Primavera Sound. Abrazo a los Toundra, Skeif y Macón incluidos (absolucióóóóóóóóóóóónnnnnnn!!!!!!!!). Nos acreditamos y nos encontramos con el problema que rondaría todo el día en nuestras cabezas: el limitador. Concretamente a 101dbs. Para los que saben de sonido, saben que eso en un festival es muy poco. Ridículamente poco.
Probamos y sonaba bien, a juguete, a cd que pones de fondo en una fiesta, pero bien. Y aunque salí de allí rallado, tocaba el siguiente plato, Santa Rita en el Red Bull Bus. Cada vez me siento más cómodo y feliz con las chicas. Empiezo a hacer bromas de las mías y las empiezo a sentir como mis amigas. Subí minutos antes de que vinieran a cambiar disposición de escenario, buscando su máxima comodidad. Y las pruebas fueron de lujo. Se veía que las cosas saldrían bien.
Comí bocatas de queso y bebí agua para mantenerme a tono. Hacía 40h estaba en la Plaza Roja de Moscú, tras 6 días de gira con Exxasens, así que el «modo gira» y el cansancio acumulado me tenían cogido por los huevos. Tras descansar 15 minutos en el bus, me fui al stand a prepararlo todo. Tenía 1h. Salió bien! Cuando me fui para el bolo de Santa Rita, y gracias al curro excepcional de Núria, Sònia y Karlos, el stand ya estaba en marcha.
El bolo de Santa Rita fue mejor de lo que incluso pensaba. Se están haciendo grandes a cada paso, y vivirlo desde el otro lado es una suerte. Por momentos, el viento jugaba a nuestro favor y sus melenas le daban aun más épica a un sonido contundente y furioso, cargado de rabia y energía. En determinado momento, miré a Natalia, nos sonreímos y volví a sentir la «emoción extraña«. Me pasa en conciertos de mis grupos, pasa algo que desencadena en mí una emoción que me hace llorar. La última vez fue en Kiev, con Exxasens. Y ayer vi a Natalia, feliz, dándolo todo, a 8m de altura, con el sol dándome en los ojos y … bueno, pues eso. A reprimir las lágrimas. Ella curra tanto y pone tanta pasión en todo esto, que cuando la veo feliz, me emociona. Es mucho más que una amiga.
Antes del concierto de Santa Rita, había pasado algo importante. Mi padre, el señor Rafael Picón, me había escrito acerca de la opción de poder venir a ver a Toundra. Se ha hecho fan, no lo puede reprimir. Gracias a que el grupo tocaba ese día, la siempre increíble organización nos dejó disponer de invitación (1) y mi padre fue el afortunado. Ir a recoger una invitación con tu padre a un festival es algo cuanto menos curioso. Y más con su camiseta del Aloud Music Festival. Enorme. Creo que disfrutó de Santa Rita tanto como todos los presentes, y seguramente ya se habrá bajado el disco 🙂 Fue divertido presentar a mi padre a las chicas. Que bueno.
Con mi padre en el festival, nos fuimos a ver escenarios. No dejaba de grabarlo todo, pero su cara al ver el escenario RayBan lleno de gente no la podré olvidar nunca. Era la cara de un niño! Qué ilusionado estaba. Recorrimos 4 escenarios, y sentí orgullo. Estaba paseando por el Primavera Sound con mi padre, un ejemplo para mí en todo y al que tenía la suerte de estar enseñándole algo que sé que le gusta. Entonces bajé a buscar una cerveza y al subir, surgió esta foto:
Una metáfora. Mi padre en lo más alto, y yo muchos escalones por debajo. Es la distancia que me queda para ser tan grande como él.
En el paseo, decenas de saludos y abrazos con amigas y amigos de esos que haces durante todo el año. El más especial, como no, con Berta, la persona más divertida del mundo mundial a quién voy a crujir a abrazos estos días.
Tras la vuelta al stand, me fui con Martha Wood a ver a las Savages. Me gustó disfrutar de ese grupazo (son buenísimas), que seguro en 1-2 años serán muuuuuuy grande, con Laura, Ceci y Martha. Esos ratitos de resaca emocional tras su concierto en el bus fueron geniales.
Sin tiempo para descansar me fui al stand. Los que me conocen saben que para mí, el Primavera Sound es vivir en el stand y conocer a gente. Tras saludar a amigas y amigos, el karma me dio una bofetada tremenda. Pero de las bonitas. Un chico comenzó a coger discos de manera compulsiva. Nos sorprendió. Al hablar con él, nos dijo que venía de Rusia, y yo le dije: «Oh! He estado en Rusia la semana pasada«. Me dijo: «Bueno, en realidad soy de una ciudad llamada Minsk«… ¿¿¿¿Minsk???? Eso es Bielorusia!!!! Dónde nos tuvieron 6h retenidos la policia!!!!
Empezamos a hablar sobre la experiencia (ya la contaré en breve por aquí) y el chico, que conocía a Toundra y se quería comprar sus discos, se llevó 15 discos y 5 de regalo. La mayor compra que nadie nos ha hecho en un festival nunca. Por supuesto, nos hicimos una foto juntos. Alex (así se llama) era el enviado del karma para comenzar a devolvernos lo que nos quitaron en esas 6h con la policia bielorusa: la multa, la estúpida visa de tránsito y ese puntito de miedo que sentimos al bajar con 20 miembros del ejército del tren en la frontera con Ucrania. Gracias Alex.
El ratito de la cena lo reservé para Núria. Nos hacía falta. Cena vegetariana, por supuesto, y conversando sobre la vida y el amor. Es genial cuando, tras 15 años, todavía tienes la capacidad de hablar con tu mujer y sentir que no hay nadie más alrededor. Recargamos fuerzas para lo que se venía, quedaban 6h para el concierto de Toundra. De esas 6h, pasamos muchas en el stand, y muchas otras viendo conciertos. Tremendos los Hot Snakes, menudo castañazo! Muy bien los Menomena, y un pelín aburridos los Grizzly Bear. A las 2am, tras un mundo, me fui para el backstage. Durante todo el día, la organización había contemplado la posibilidad de quitar el limitador para el concierto de Toundra. Hubiera sido tremendo. Me parece un detalle por su parte, que ante unos mindundis como nosotros, nos tratasen tan y tan bien. Sé que si no lo quitaron, es porque no podían.
Tras los abrazos de rigor y el chequeo (todo correcto), comenzó el concierto y comenzó el que a la postre será uno de los conciertos que recordaré de por vida. Ante un limitador a un límite tan bajo, 101dbs, hay muy pocas formas de atacarle, sólo queda conocer sus puntos débiles. Ya en alguna ocasión he hecho bolos y les he descubierto las cosquillas. Y alguno (Nueva Vulcano) era ruidoso… Ayer contuve las guitarras al principio y decidí que no se perdiera la pegada de la batería, para empezar con buena sensación. Lo conseguí. Arrancamos con un «Ara Caeli» menos guitarrera que de costumbre, pero con un muy buen sonido, limpio y nítido. El limitador bailaba entre los 98 y los 103. Y allí comenzó el espectáculo.
El chico del ayuntamiento, dueño del limitador, decidió jugar en nuestro equipo. Con la ayuda de un analizador de frecuencias, y él como conocedor del equipo, se fijó que los 630Hz eran algo crítico para el limitador. Comenzamos a comerlos. Acabé con la banda bajada al 100%. Al ver que si quitaba 630Hz el sistema me daba margen, iba apoyando las guitarras. ¿Cómo? Levanté la EQ entre 3.15Khz y 5Khz. Las guitarras aparecieron, y segundo a segundo ganaba dbs de debajo de las piedras. Al final, el limitador no bajaba de 100dbs, y como máximo picaba a 102dbs y volvía rápido. Era espectacular!
Como vi que el grave no le afectaba, subí bombo y bajo (sólo con micro, sin DI) para compensar lo máximo posible y ganar más pegada aun. No nos engañemos, para lo que es Toundra, seguía sonando flojo, pero puedo asegurar que la pegada a 101dbs parecía infinitamente mayor. Lo importante era que la sensación fuera de mucho más de lo que había, y lo estaba consiguiendo.
Con «Magreb» y «Zanzíbar» el limitador era mío. Y sólo quedaba disfrutar. Aun seguí sacando dbs, quitando frecuencias y levantando otras. Entonces me acerqué a las primeras filas. Y era un gustazo. Sonaba perfecto. A poco volumen, pero perfecto. Y la gente lo estaba gozando. El resto del bolo me dediqué a seguir jugando y a ver como Toundra hacían uno de sus mejores conciertos. Escenario grande, ejecución impoluta (de los últimos bolos, el mejor de largo) y un juego de luces con el aun engrandecían más su directo. Es emocionante ver a tus amigos convertidos en gigantes en un escenario.
Y a todo esto, miraba adelante y mi padre se giraba constantemente a decirme que sonaba tremendo. ¿Qué más se puede pedir?
Acabó el bolo y el técnico del ayuntamiento y del festival me dedicaron las palabras más bonitas que nunca me han dicho como técnico. Pelos de punta, porque creo que sabían de lo que hablaban. Yo no tengo ego, pero ayer sentí que había salvado una situación jodida de una manera sobresaliente. Fue como hacer un puzzle de 5000 piezas en 1h. La cerveza de la victoria me sentó como nunca. Además, estaba Cris, a quién conseguimos meter en el backstage para disfrutar con nosotros del momento. Se lo merecía!
Nos fuimos a dormir a las 7am, prácticamente. Pero con la sensación de que había sido un día perfecto. Inmejorable. Inolvidable. Y nada, a seguir… 🙂
1 Comment
Enhorabuena Sergio,este escrito que termino de leer,me hace sentir muy orgullosa de poder decir que te conozco,creo que todo lo que estas viviendo,nadie te ha regalado nada.Te mereces que la vida te sonria y ser feliz,es mi deseo,un beso.