El viernes estuve en la sala Be Cool con (lo:muêso) y Nisei. Antes, tocaron Acrobática, y después Les Aus y Delorean. Hubo bastante gente, y no sonó mal. No me gustaron mucho los cabezas de cartel, la verdad. El rollo de Delorean me cansa a la segunda canción, y a Les Aus no los entendí o no les presté suficiente atención.
El caso es que estuvo bien, y al final de la noche volví con Frau y su amiga haciendo una tesis sobre si un conocido personaje era gay o no. Yo aposté que sí, ya veremos quién tiene la razón 🙂
El sábado nos fuimos al PopArb, sin cámara de fotos ni video, sin camiseta hecha para la ocasión, … un minidesastre organizativo por nuestra cuenta. El caso es que casi todo volvió a salir a la perfección: el sitio perfecto, el trato increible, la piscina, el hotel, Anna y Marc (un equipo galáctico cuyo trabajo es exquisito y que no entiendo porqué nos siguen dando oportunidades)… y unos (lo:muêso) con los que compartir la vida es simplemente genial.
Pero el «casi» llegó en el concierto y la potencia del equipo. Yo llevo unos meses absolutamente obsesionado con el tema del sonido, tanto, que quiero hacer un curso de técnico de directo. Pero el sábado no había mucho que hacer, puesto que las PAs del escenario dónde tocaban (lo:muêso), no daban más de sí. Y si algo define el sonido de (lo:muêso), es intensidad. Y si no hay intensidad de equipo, pues es una putada.
Aun así, el concierto fue brutal. Ellos muy metidos, y la gente más cercana a las PAs, flipando (a 5 metros sonaba atronador, a 25 no se oia). Se vendieron discos, la gente les paraba para felicitarlos (lo que confirmó mi teoría de la semana pasada con Raydibaum, que tenemos grupos que el día que la suerte nos llegue y toquen para mucha gente, la liarán), pero yo no quedé 100% contento. Eso sí, gracias a Dios que tuvimos a Lluis Cots como técnico de sonido. Leyó el concierto como nadie, puso las guitarras al límite, y fue el ‘culpable’ de que dentro de las circunstancias, el concierto fuera impresionante.
El domingo estuvimos en Blanes comiendo con los suegros y Cris, y después entre sueños, ví la final del mundial. Me despertaba, veia un gol, me dormía, me despertaban los italianos chillando el empate…
Y poco más.
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