Cada semana paso por delante. Él toca el acordeón, normalmente tangos con sabor a Argentina. Fuera puede hacer frío, calor, llover… pero dentro, el único sonido es el de sus notas. Delante, un plato con 4 monedas mal contadas, de aquellos que han valorado la banda sonora de esos escasos 25 segundos que comparten con él.
Pase lo que pase, siempre está allí. Y es entonces, al coincidir mis oidos y sus notas, cuando envidio algo que él tiene y yo no consigo tener: constancia.
Quiero ser constante.
2 Comments
Y yo tío, llevo un queme en el curro de mierda este… te dije que voy a volver a estudiar??? a ver si en 5 años me convierto en compositor y hago música para anuncios de compresas… mejor que esta ñorda seguro…haha… me alegro que el bultito no sea nada…
Aqui la inconstancia en persona te manda un saludito…
Kisses!